Por Carlos Valdés Martín
El futbolista
Benítez era una persona sana, con continuos chequeos médicos y un régimen muy
cuidado, que se movía en un entorno saludable y protegido. Cualquiera como él
espera alcanzar sus objetivos. El futbolista delantero de un equipo campeón
sonríe confiando, su futuro se ve radiante. Además, él cuida de una hermosa
familia, con esposa e hijos pequeños a los cuales adora. El mundo no podría ser
más perfecto para este personaje.
De repente una
falla cardiaca en un evento extraño e inesperado. El corazón ha dejado de
latir, sin mayor causa aparente que lo mismo que tanto nos recomiendan los
doctores: el ejercicio. Pero ya no es temporada de fútbol y el delantero gozaba
de un merecido descanso. Es una rareza que un deportista se desplome en privado
y sin someterse a grandes esfuerzos.
La muerte
prematura del delantero ecuatoriano nos muestra la enorme dificultad ante la
que se encuentra la predicción en materia de seguros.
El jugador
Christian Benítez deja una estela de cariño entre los aficionados y en sus
familiares. Sabemos que el “hubiera” no existe, pero si hubiera contado con un Seguro
de Vida suficiente… el futuro prometedor de su familia estaría resuelto en lo
económico.