Por Carlos Valdés Martín
Un famoso método de Benjamin Graham en su
El
inversor inteligente[1]
resulta asombrosamente semejante al fundamento para las inversiones que
proporciona Allianz en sus productos Optimaxx. ¿Por qué es esto notable? El
método de Graham se volvió famoso porque su mejor discípulo práctico ha sido
Warren Buffet, el multimillonario que ha conquistado la Bolsa de Valores, desde
abajo. Al propio Graham lo han elogiado como “el mejor pensador práctico sobre
inversiones de toda la historia”.[2]
Actualización de El inversor inteligente
El capítulo 5 del libro de Graham
hay una actualización por el equipo de revisión y lo citamos en extenso por la
gran coincidencia entre el punto de vista del más famoso asesor teórico en
Inversiones y lo que los expertos de Allianz han diseñado.[3]
En este capítulo, después de ilustrar aspectos básicos de las inversiones,
explica de manera muy convincente que resulta una excelente opción formar una
inversión grano a grano, en lugar de proponerse hacer una gran inversión de
momento. De grano a grano se crea una mejor mecánica de operación y ofrece mejores
resultados. Por eso elogia que se cree un Plan de Inversiones Sistemáticas,
colocando una cantidad igual cada mes, quincena o semanas y a eso le llama “un piloto automático online”, que ahora es muy
sencillo hacerlo vía remota. “Si después
de configurar una cartera de inversión en piloto automático online de
este estilo descubre que hace operaciones más de dos veces al año, o que pasa
más de una o dos horas al mes, en total, dedicándose a sus inversiones, es que
algo ha ido espantosamente mal. No permita que la facilidad de uso y la
sensación de inmediatez de Internet le seduzcan y le hagan convertirse en un especulador.
Un inversor defensivo
participa, y gana, la carrera quedándose quieto.”[4]
De
manera sensata y con décadas de experiencia teórica y práctica, Graham le señala
al público interesado en hacer crecer su dinero para que busque ayuda
especializada, porque muy pocos adquieren suficiente conocimiento financiero y
controlan sus emociones lo suficiente como para convertirse en inversionistas
por cuenta propia. Por eso, al siguiente párrafo lo titula Conseguir ayuda y señala lo siguiente:
“El inversor defensivo también
puede adquirir acciones a través de un intermediario de precios económicos, un
planificador financiero o una agencia de bolsa de servicios integrales. En el
caso de que opte por un intermediario económico, tendrá usted que hacer la
mayor parte de la selección de valores por sí mismo… Por otra parte, si no puede dedicar el tiempo,
o reunir el interés para hacerlo por usted mismo, no hay ningún motivo para
avergonzarse de contratar
a otra persona para que elija las acciones o los fondos de inversión
para usted. En cualquier caso, hay una responsabilidad que no debe delegar nunca.
Usted, y nadie más que usted, debe investigar y averiguar (antes de entregar su
dinero) si el asesor es digno de confianza y cobra unos honorarios razonables…”
Las carteras ligadas a índices simplifican la
vida del inversor defensivo
El
siguiente párrafo el libro lo señala con una sola palabra “Subcontrate” y sigue explicando cómo hay instrumentos que
le permitirán acceder a muchas acciones sin esfuerzo.
“Los fondos de inversión son la
mejor manera de que el inversor defensivo aproveche las ventajas de ser
propietario de acciones sin los inconvenientes de tener que velar por su propia
cartera. Con un precio relativamente reducido, se puede obtener un elevado nivel de diversificación y de
comodidad, dejando que sea un profesional el que elija y vigile las
acciones en su nombre. En su versión
más brillante, es decir en las carteras
indexadas, los fondos de inversión no requieren prácticamente ningún tipo
de supervisión o mantenimiento. Los fondos referenciados a un índice son
una especie de inversión que tiene muy pocas probabilidades de provocar
cualquier tipo de sufrimiento o sorpresa, incluso aunque nos olvidásemos de
ellos durante 20 años. Son el sueño del inversor defensivo hecho realidad.”
En la
parte final titulada “Allanar el camino” se dedica a explicar cómo la
dosificación sistemática de aportaciones anulará los malos ratos y trabajará a
favor del inversionista:
“En la evolución cotidiana de los
mercados financieros, que dan tirones, sufren crisis, suben y bajan de un día a
otro, el inversor defensivo puede asumir el control del caos. La renuncia a mostrarse
activo, la renuncia a
cualquier supuesta capacidad de predecir el futuro, pueden llegar a ser su
arma más eficaz. Al poner todas las decisiones de inversión en piloto
automático, se elimina cualquier autoengaño que pudiese hacerle creer que sabe
cuál va a ser la evolución que sigan las acciones, y se elimina la capacidad
que tiene el mercado de enojar a las personas por desquiciada que sea su
recuperación.
Como indica Graham, la técnica
del «promedio de coste monetario» le permite destinar una cantidad fija de
dinero a la inversión en intervalos periódicos. Todas las semanas, meses o
trimestres se compran las acciones, con independencia de que los mercados hayan
subido, bajado o se hayan mostrado estables. Cualquier fondo de inversión o
firma de intermediación puede transferir de forma automática y segura el dinero
electrónicamente en su nombre, por lo que nunca tendrá que molestarse en firmar
un cheque ni tendrá que sentir la punzada consciente del pago. En esencia, ojos
que no ven, corazón que no siente.
La forma más adecuada de poner en práctica la técnica del promedio de coste monetario consiste en crear una cartera de fondos
referenciados a índices, que posean todas las acciones u obligaciones que
merezca la pena tener. De esta manera, no sólo se renuncia al juego de
adivinación de la evolución que va a seguir el mercado, sino también a la tarea
de tratar de identificar qué sectores del mercado, y qué acciones u
obligaciones dentro de esos sectores, van a conseguir los mejores resultados.
Hacia el piloto automático del “avión” inversionista
Supongamos que puede apartar 500
dólares al mes. Contratando tres tipos de fondos referenciados a diferentes
índices y aplicando la técnica del promedio de coste monetario, destinando 300
dólares a un fondo que tenga la totalidad del mercado de acciones
estadounidenses, 100 dólares a otro fondo que tenga acciones extranjeras y 100
dólares a un fondo que tenga obligaciones de Estados Unidos, se garantiza que será propietario de
prácticamente todas las inversiones del planeta que merezca la pena tener.
Todos los meses, como un reloj, compra más. Si el mercado ha caído, el importe
predeterminado le permite comprar más acciones que el mes anterior. Si el
mercado ha subido, el dinero predeterminado le permitirá comprar menos
acciones. Al colocar su cartera en piloto automático permanente de esta manera,
consigue evitar el riesgo de destinar más dinero al mercado justo en el momento
en el que parece más atractivo (y en realidad es más peligroso) o negarse a
seguir invirtiendo después de una crisis de mercado que haya hecho que las
inversiones sean realmente económicas (aunque aparentemente sean más
«arriesgadas»).”
Comprobación con cifras en el peor escenario posible
Las afirmaciones anteriores se
comprueban con el siguiente estudio independiente, que se tomó con cifras
reales, comparando una inversión de una sola vez frente a una en aportaciones
mensuales: “Según Ibbotson Associates, la importante firma de investigación
financiera, si hubiese invertido 12.000 dólares en un índice referenciado al
Standard & Poor ’s 500 a
principios de 1929,[5]
diez años después sólo le quedarían 7.223 dólares. No obstante, si hubiese
comenzado con unos escasos 100 dólares y simplemente hubiese ido invirtiendo
otros 100 dólares todos los meses, para agosto de 1939 su dinero habría
alcanzado los 15.571 dólares. Ése es el poder de las compras disciplinadas, incluso
en medio de la gran depresión y con el peor período bajista de mercado de toda
la historia.”
Un toque de humor
La última parte del capítulo
adquiere un tono humorístico, pues esta estrategia no requiere de conocimientos
especiales de mercado y, mucho menos, requiere de saber cuál es la mejor acción
entre todas ni contar con el pulso diario de los mercados, etc. “Lo mejor de
todo, es que después de haber creado una cartera en piloto automático
permanente con fondos de índices en su núcleo, podrá responder a todas las
preguntas sobre el mercado con la respuesta más contundente que un inversor defensivo puede
ofrecer: «Ni lo sé, ni me
importa». Si alguien pregunta si las obligaciones van a conseguir
mejores resultados que las acciones, limítese a responder «ni lo sé, ni me
importa»; después de todo, está
comprando automáticamente las dos. ¿Tendrán mejores resultados las
acciones de las empresas de asistencia sanitaria que las acciones de las
empresas de alta tecnología? «Ni lo sé, ni me importa». Es usted propietario
permanente de ambas. ¿Cuál será el próximo Microsoft? «Ni lo sé, ni me
importa», siempre y cuando sea lo suficientemente grande para pertenecer a la
cartera, su fondo de índices lo tendrá, y usted aprovechará los frutos.
¿Tendrán mejores resultados las acciones extranjeras que las acciones de Estados
Unidos? «Ni lo sé, ni me importa»; si lo tienen, aprovechará el beneficio, si
no lo tienen, podrá comprar más a precios más bajos.
Al permitirle decir «ni lo sé, ni
me importa», la cartera en
piloto automático permanente le libera de la sensación de que tiene que
predecir lo que están a punto de hacer los mercados financieros, y de la
ilusión de que todo el mundo puede hacerlo. Ser consciente de lo poco que se puede
hacer respecto al futuro, en combinación con la aceptación de la ignorancia,
será el arma más poderosa que tenga a su alcance el inversor defensivo.”
El potente instrumento combinado
Más allá del viso humorístico
conviene señalar que el gigante de los seguros con inversión es Allianz a nivel mundial
y sus productos más celebrados siguen una estrategia del todo parecida a las estrategias
de Graham. El compromiso periódico de ahorro mediante Optimaxx Plus y Optimaxx
Patrimonial genera el mismo efecto del “piloto automático” de
inversiones que van entrando en los diferentes escenarios de inversión. La
oportunidad y ventaja para mezclar una cartera que siempre incluya opciones de
renta fija, llamadas Conservadoras, genera el balance del inversor defensivo
que elogió Graham. A esto se le suma también la táctica de la dispersión de
cartera mediante la utilizaciones de los más afamados y eficientes indicadores
bursátiles como el S&P 500 y el EuroStock.
Por último, el respaldo legal que regula las operaciones y les da transparencia
para tranquilidad de los Asegurados que incursionan en las inversiones de
acuerdo a su propio perfil e intereses.
[3] Lo presente es un
análisis conceptual y una invitación al público para que estudie la teoría
financiera de Graham y conozca los productos de la Aseguradora Allianz.
[5] La peor crisis
bursátil de la historia en Norteamérica en 1929, dejó hundidas las inversiones
durante muchos años. Jamás se ha vuelto a repetir una crisis tan profunda y
duradera, las autoridades y los inversionistas aprendieron la lección.
Muy inteligente y muy asertivo
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