Previo
El Inversor Inteligente, cuyo título en inglés es “The
Intelligent Investor”, fue publicado por primera vez en 1949. Desde
entonces se han publicado una serie de versiones posteriores que incluyen un
prólogo y apéndices escritos por Warren Buffett (discípulo de Graham). De
hecho, según Buffett,
el libro «El Inversor Inteligente» es “Sin lugar a dudas, el mejor libro sobre inversión jamás
escrito”. Las versiones más recientes del libro han sido
comentadas y actualizadas por Jason Zweig, un conocido periodista financiero
estadounidense.[1]
Este es uno de los
libros que sentaron la base
del value investing o inversión en valor. Pero los aprendizajes
del libro encuentran aplicación a otras inversiones fuera del mundo de la
bolsa, pues Graham también comparte valiosos consejos aplicables a nuestro día
a día.
Benjamin Graham
El autor nació en 1894
en Londres, aunque vivió y trabajó en Estados Unidos. Ahí fue uno de los
economistas e inversores más influyentes, motivo por el cual se le considera
como uno de los mejores inversores de la historia.
Graham se especializó
en la inversión a largo plazo y se le considera como el padre del value
investing. Fue
también el mentor de Warren Buffett en la Universidad de Columbia, siendo que
Buffett se ofreció a trabajar para él gratuitamente a cambio de aprender su
filosofía de inversión.
Para Graham, conseguir
buenos beneficios invirtiendo dependía, sobre todo, de conseguir acciones
infravaloradas y apostar por invertir a largo plazo. Para eso, como explica
en el libro El Inversor Inteligente,
tienes que investigar y conocer muy bien el mercado.
Así pues, Benjamin se
especializó en el análisis
fundamental de la bolsa.
Este libro, que te
enseña cómo invertir en acciones, es una obra que perdura en el tiempo a pesar
de que han pasado más de 70 años desde que se publicó.
A continuación,
encontrarás las 8 principales lecciones que se pueden extraer del libro.
1. El value investing y la importancia del largo plazo
El value investing
consiste en comprar activos
por debajo de lo que valen en términos reales (activos propios) que se
constatan en medios contables. Es decir, el valor real de la acción debe ser
superior al precio que pagas por ella y cuanto más lo supere, es mejor. Para
saber si el precio es bueno se debe acostumbrar a cuantificar, la matemática
ante todo, como el requisito de los pitagóricos.[2]
Según Graham, lo mejor
es invertir en empresas con
un PER inferior a 10. El PER, del inglés «price-to-earnings ratio»
no es más que la relación entre el precio de la acción y el beneficio de la
empresa. Por lo tanto, el PER se obtiene dividendo el precio de la acción por
el beneficio por cada acción.
En el libro, Graham
explica que el inversor
inteligente no es quien busca beneficios a corto plazo, sino quien invierte a largo plazo.
El inversor debe
realizar una investigación exhaustiva para encontrar acciones infravaloradas,
pero con un potencial de crecimiento. Para eso, debe analizar las empresas y sus balances hasta
saber si será rentable a largo plazo, porque la acción es una participación en
una empresa, por tanto se requiere estudiar a la empresa.[3]
Después de comprar las
acciones, deberá esperar el tiempo necesario hasta que el mercado se dé cuenta
del valor real de la empresa y así el inversor gane rendimientos al venderlas. De
ahí la importancia de invertir a largo plazo, ya que a corto plazo la bolsa
puede infravalorar las acciones y acabará perdiendo dinero.
2. No al Especulador, Sí al Inversor
Graham explica que es
fundamental hacer una diferenciación clara entre especulación e inversión.
El inversor se
considera propietario de una empresa y, por lo tanto, quiere que sea un negocio
rentable y procura que tenga beneficios. Al inversor no le importa esperar para
ganar dinero en bolsa.
Por el contrario, el
especulador busca obtener beneficios rápidamente sin importarle en qué empresa
pone su dinero. Al especular, si uno se equivoca se pueden llegar a obtener
resultados desastrosos y perder mucho dinero.
El autor explica que es preferible obtener resultados
seguros a largo plazo que intentar conseguir dinero de forma rápida
especulando.
Graham define la
inversión como una operación que, tras un análisis exhaustivo, promete
seguridad y un rendimiento adecuado. Según esta definición, para poder
clasificar una operación como inversión, ésta deberá incluir un análisis exhaustivo, seguridad y un rendimiento
adecuado.
3. Inversor pasivo-defensivo y el activo-agresivo
En el libro, se
describen dos tipos de inversores recomendables: el inversor pasivo (o
defensivo) y el inversor activo (agresivo o emprendedor).
Los inversores pasivos son los que se centran en evitar pérdidas o
errores graves. No quieren dedicar
mucho tiempo a seleccionar activos y procuran equivocarse lo menos posible.
Por el contrario, los inversores activos
dedican tiempo y mucho cuidado
a buscar las mejores opciones donde invertir para obtener un buen
rendimiento.[4]
Según Graham, si son pacientes y se esfuerzan, lograrán beneficios superiores
al mercado, aunque sea la excepción.[5] Aunque
el promedio positivo del largo plazo podría resultar suficientemente atractivo
para tener éxito en el mundo de las inversiones.
A lo largo del libro,
Benjamin Graham explica qué opciones son mejores para cada tipo de inversor,
pues obviamente no invertirá de la misma manera un inversor defensivo que un
inversor agresivo.
4. Conocer el mercado de valores
El mercado de valores
es imprevisible. Está en constante movimiento entre el pesimismo y el optimismo
amplificados. Por lo tanto, Graham afirma que es esencial conocer las fases
del mercado para poder invertir con tranquilidad.
El autor explica el
comportamiento del mercado de valores a través de la figura de Mr. Market, un personaje
maníaco-depresivo con cambios de humor constantes.
Cuando Mr. Market está
de buen humor y es muy optimista, quiere vender acciones a un precio muy elevado.
Por el contrario, cuando Mr. Market se siente triste y pesimista, las vende por
debajo de su valor.
Graham explica que el
inversor inteligente sabe beneficiarse de los cambios de humor de Mr. Market y
compra acciones cuando está pesimista y las vende cuando está optimista.
El autor también
recomienda no vender las acciones ante una pequeña señal de crisis, pues el
mercado siempre se recupera después de una crisis.
5. Margen de seguridad
Como vimos
anteriormente, Benjamin Graham dice que es preferible intentar aprovecharse de los errores de la
bolsa de valores en vez de tratar de adivinar sus movimientos.
Aunque es inevitable
perder dinero al invertir en acciones, el inversor inteligente debe asegurarse
de que esa pérdida no sea excesivamente importante. Es precisamente por eso que
únicamente recomienda invertir si hay un margen de seguridad suficiente.
El margen de seguridad es la diferencia que hay entre el precio de mercado de la acción y su
valor intrínseco.
Es decir, al comprar
acciones que están infravaloradas, te aseguras de no perder mucho dinero.
Cuánto más barata sea una acción, mayor es el margen de seguridad que
consigues. De esa forma, te proteges de las fluctuaciones de la bolsa y de
posibles errores que puedas cometer.
6. Diversificar es un acierto
Graham es rotundo: no
inviertas todo tu capital en una sola acción, aunque sea muy prometedora.
Si te ciñes a acciones
de una sola empresa, corres el riesgo de perderlo todo si a la empresa le va
mal. Es por eso que Graham recomienda diversificar e invertir dinero en
diferentes acciones y fondos de inversión.
En el libro se explica
que nunca debes tener todo tu
capital invertido en acciones, sino que es recomendable diversificar entre
bonos y acciones. En términos generales, dice que un inversor no debe tener nunca más de un 75 % invertido
en acciones, y el resto debe estar invertido en bonos.
Aunque está
empíricamente demostrado que las bonos son menos remuneradores que las acciones
en épocas de mercados alcistas. Por lo tanto, una cartera de «buy-and-hold» con
un 25% permanentemente invertido en bonos sirve para dar tranquilidad al
inversor y que no se tire de cabeza ante alguna señal bajista.
7. La inflación, el enemigo a vencer
La inflación consiste
en un aumento de los precios de bienes y servicios durante un periodo de tiempo
determinado. Según los estudios de Benjamin Graham, el inversor inteligente
puede protegerse de la
inflación comprando acciones.
Graham demuestra que
refugiarse en el oro contra la inflación no ha sido una idea efectiva, sino una
pérdida de recursos. Respecto de la propiedad inmobiliaria señala que también
suele adquirirse a sobreprecios ruinosos.[6]
Así, que recomienda pensar más en las buenas acciones, las que den un valor a
largo plazo, juntando dividendos y crecimiento de la empresa.
El autor dice que la
inflación se limita a robar nuestro patrimonio de manera silenciosa y el éxito
de una inversión se mide analizando lo que queda de nuestro patrimonio después
de un período de inflación. Cuanto mayor sea el retorno que ofrece la
inversión, mayor será el valor de nuestro patrimonio y, por lo tanto, más
exitosa habrá sido la inversión. Incluso presenta análisis de largo plazo
mostrando cómo las acciones le han ganado la carrera a la inflación.[7]
Dado que las acciones
de empresas cuidadosamente escogidas son un activo que llega a ser muy
remunerador, es una de las mejores maneras de protegerse frente a la inflación y hacer crecer tu patrimonio a pesar
de la existencia de la inflación.
8. Los fondos de inversión y ETFs
Graham explica que cuanto
mayor es la rentabilidad de un fondo, más obstáculos de entrada presentará al
inversor. Además, recuerda que la rentabilidad pasada no garantiza rentabilidad futura.
Cabe mencionar que
Graham no recomendaba los
fondos de inversión porque en su época tenían costes de entrada altos o estaban cerrados al
público general; además, aborrece las fórmulas mecánicas de inversión, a las
que considera un suicidio[8]
y al concepto mismo de asesoría sobre cómo ganar dinero lo explica como un
rasgo infantil.[9]
Sin embargo, como
comenta Jason Zweig, hoy en día esa realidad ha cambiado: las comisiones de
entrada son mucho más bajas (en algunos casos prácticamente son nulas) y los
fondos de inversión cerrados al público son minoría.
Dicho esto, si no
tienes tiempo ni los conocimientos necesarios para realizar un análisis tan
exhaustivo de empresas como Graham recomienda, una excelente solución para es
invertir a largo plazo gracias a ETFs.[10]
En la actualidad, esa estrategia
se puede replicar mediante Optimaxx Plus de Allianz con acceso a ETFs.
Te conviene saber más al respecto, consulta mis datos.
Conclusión
Descrito por Warren
Buffett como «el mejor libro sobre inversión jamás escrito», El
Inversor Inteligente es uno de los libros más influyentes sobre value
investing escritos hasta la fecha. Hasta aquí vimos 8 principales
lecciones que Benjamin Graham nos enseña en su gran texto. Si quieres aprender
una metodología para invertir a largo plazo en bolsa y conseguir rendimientos
reduciendo el riesgo conviene dedicarse a su lectura completa, donde aprenderás
a definir qué tipo de inversor eres y qué estrategias existen para invertir con
seguridad.
En definitiva, este
libro es un clásico de la literatura financiera y su lectura es imprescindible
para quienes deseen alcanzar beneficios invirtiendo en el mercado de valores.
NOTAS
[1] Principalmente tomado de https://www.elclubdeinversion.com/resumen-el-inversor-inteligente/
corregido y sintetizado por Carlos Valdés Martín
[2] “Adicionalmente, tenemos la esperanza de implantar en el lector
la tendencia a medir o
cuantificar.” Graham, p. 10.
emisiones que se
vendan no muy por encima del valor de sus activos materiales.” Graham, p. 15.
[4] Graham es contrario
a las operaciones de corto plazo. Lamenta la reducción promedio de la tenencia
de acciones, demuestra que el cambio frecuente arruina la inversión y rechaza
la operación intradía por irracional. En ese sentido la velocidad de
decisión del on-line le parece una tendencia contra los intereses del inversor.
Graham, p. 37.
[5] De manera repetida,
insiste Graham que superar el promedio resulta casi iluso, señalando que la
operación nerviosa, con movimientos frecuentes con facilidad resulta peor que
el promedio.
[7] “el inversor puede esperar un rendimiento por dividendo medio de
aproximadamente el
3,5% del valor de mercado de sus
acciones, más una apreciación de aproximadamente el 4% anual,
resultante de la reinversión de
beneficios.” Graham. p. 46.
[8] Graham. “Todas las fórmulas mecánicas para obtener un resultado
superior son una
«especie de proceso de
autodestrucción, similar a la ley de rendimientos decrecientes».” P. 42.
asesoramiento
están pidiendo a otras personas que les digan cómo pueden ganar dinero. Esa
idea
tiene un cierto
elemento de infantilismo.” Graham, p. 194.
[10] Los Electronic Trade
Founds por sus siglas en inglés ETFs, cuando se aplican a los índices oficiales
de las Bolsas o sus mejores segmentos, dan la ventaja de seguir al promedio.
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