miércoles, 11 de septiembre de 2019

UN MÉTODO DE GRAHAM COINCIDE CON ALLIANZ






Por Carlos Valdés Martín

Un famoso método de Benjamin Graham en su El inversor inteligente[1] resulta asombrosamente semejante al fundamento para las inversiones que proporciona Allianz en sus productos Optimaxx. ¿Por qué es esto notable? El método de Graham se volvió famoso porque su mejor discípulo práctico ha sido Warren Buffet, el multimillonario que ha conquistado la Bolsa de Valores, desde abajo. Al propio Graham lo han elogiado como “el mejor pensador práctico sobre inversiones de toda la historia”.[2]
Actualización de El inversor inteligente
El capítulo 5 del libro de Graham hay una actualización por el equipo de revisión y lo citamos en extenso por la gran coincidencia entre el punto de vista del más famoso asesor teórico en Inversiones y lo que los expertos de Allianz han diseñado.[3] En este capítulo, después de ilustrar aspectos básicos de las inversiones, explica de manera muy convincente que resulta una excelente opción formar una inversión grano a grano, en lugar de proponerse hacer una gran inversión de momento. De grano a grano se crea una mejor mecánica de operación y ofrece mejores resultados. Por eso elogia que se cree un Plan de Inversiones Sistemáticas, colocando una cantidad igual cada mes, quincena o semanas y a eso le llama “un piloto automático online”, que ahora es muy sencillo hacerlo vía remota.  “Si después de configurar una cartera de inversión en piloto automático online de este estilo descubre que hace operaciones más de dos veces al año, o que pasa más de una o dos horas al mes, en total, dedicándose a sus inversiones, es que algo ha ido espantosamente mal. No permita que la facilidad de uso y la sensación de inmediatez de Internet le seduzcan y le hagan convertirse en un especulador. Un inversor defensivo participa, y gana, la carrera quedándose quieto.”[4]

De manera sensata y con décadas de experiencia teórica y práctica, Graham le señala al público interesado en hacer crecer su dinero para que busque ayuda especializada, porque muy pocos adquieren suficiente conocimiento financiero y controlan sus emociones lo suficiente como para convertirse en inversionistas por cuenta propia. Por eso, al siguiente párrafo lo titula Conseguir ayuda y señala lo siguiente:  
“El inversor defensivo también puede adquirir acciones a través de un intermediario de precios económicos, un planificador financiero o una agencia de bolsa de servicios integrales. En el caso de que opte por un intermediario económico, tendrá usted que hacer la mayor parte de la selección de valores por sí mismo… Por otra parte, si no puede dedicar el tiempo, o reunir el interés para hacerlo por usted mismo, no hay ningún motivo para avergonzarse de contratar a otra persona para que elija las acciones o los fondos de inversión para usted. En cualquier caso, hay una responsabilidad que no debe delegar nunca. Usted, y nadie más que usted, debe investigar y averiguar (antes de entregar su dinero) si el asesor es digno de confianza y cobra unos honorarios razonables…”


Las carteras ligadas a índices simplifican la vida del inversor defensivo
El siguiente párrafo el libro lo señala con una sola palabra “Subcontrate” y sigue explicando cómo hay instrumentos que le permitirán acceder a muchas acciones sin esfuerzo.
“Los fondos de inversión son la mejor manera de que el inversor defensivo aproveche las ventajas de ser propietario de acciones sin los inconvenientes de tener que velar por su propia cartera. Con un precio relativamente reducido, se puede obtener un elevado nivel de diversificación y de comodidad, dejando que sea un profesional el que elija y vigile las acciones en su nombre. En su versión más brillante, es decir en las carteras indexadas, los fondos de inversión no requieren prácticamente ningún tipo de supervisión o mantenimiento. Los fondos referenciados a un índice son una especie de inversión que tiene muy pocas probabilidades de provocar cualquier tipo de sufrimiento o sorpresa, incluso aunque nos olvidásemos de ellos durante 20 años. Son el sueño del inversor defensivo hecho realidad.”

En la parte final titulada “Allanar el camino” se dedica a explicar cómo la dosificación sistemática de aportaciones anulará los malos ratos y trabajará a favor del inversionista:
“En la evolución cotidiana de los mercados financieros, que dan tirones, sufren crisis, suben y bajan de un día a otro, el inversor defensivo puede asumir el control del caos. La renuncia a mostrarse activo, la renuncia a cualquier supuesta capacidad de predecir el futuro, pueden llegar a ser su arma más eficaz. Al poner todas las decisiones de inversión en piloto automático, se elimina cualquier autoengaño que pudiese hacerle creer que sabe cuál va a ser la evolución que sigan las acciones, y se elimina la capacidad que tiene el mercado de enojar a las personas por desquiciada que sea su recuperación.
Como indica Graham, la técnica del «promedio de coste monetario» le permite destinar una cantidad fija de dinero a la inversión en intervalos periódicos. Todas las semanas, meses o trimestres se compran las acciones, con independencia de que los mercados hayan subido, bajado o se hayan mostrado estables. Cualquier fondo de inversión o firma de intermediación puede transferir de forma automática y segura el dinero electrónicamente en su nombre, por lo que nunca tendrá que molestarse en firmar un cheque ni tendrá que sentir la punzada consciente del pago. En esencia, ojos que no ven, corazón que no siente.
La forma más adecuada de poner en práctica la técnica del promedio de coste monetario consiste en crear una cartera de fondos referenciados a índices, que posean todas las acciones u obligaciones que merezca la pena tener. De esta manera, no sólo se renuncia al juego de adivinación de la evolución que va a seguir el mercado, sino también a la tarea de tratar de identificar qué sectores del mercado, y qué acciones u obligaciones dentro de esos sectores, van a conseguir los mejores resultados.

Hacia el piloto automático del “avión” inversionista
Supongamos que puede apartar 500 dólares al mes. Contratando tres tipos de fondos referenciados a diferentes índices y aplicando la técnica del promedio de coste monetario, destinando 300 dólares a un fondo que tenga la totalidad del mercado de acciones estadounidenses, 100 dólares a otro fondo que tenga acciones extranjeras y 100 dólares a un fondo que tenga obligaciones de Estados Unidos, se garantiza que será propietario de prácticamente todas las inversiones del planeta que merezca la pena tener. Todos los meses, como un reloj, compra más. Si el mercado ha caído, el importe predeterminado le permite comprar más acciones que el mes anterior. Si el mercado ha subido, el dinero predeterminado le permitirá comprar menos acciones. Al colocar su cartera en piloto automático permanente de esta manera, consigue evitar el riesgo de destinar más dinero al mercado justo en el momento en el que parece más atractivo (y en realidad es más peligroso) o negarse a seguir invirtiendo después de una crisis de mercado que haya hecho que las inversiones sean realmente económicas (aunque aparentemente sean más «arriesgadas»).”

Comprobación con cifras en el peor escenario posible
Las afirmaciones anteriores se comprueban con el siguiente estudio independiente, que se tomó con cifras reales, comparando una inversión de una sola vez frente a una en aportaciones mensuales: “Según Ibbotson Associates, la importante firma de investigación financiera, si hubiese invertido 12.000 dólares en un índice referenciado al Standard & Poor ’s 500 a principios de 1929,[5] diez años después sólo le quedarían 7.223 dólares. No obstante, si hubiese comenzado con unos escasos 100 dólares y simplemente hubiese ido invirtiendo otros 100 dólares todos los meses, para agosto de 1939 su dinero habría alcanzado los 15.571 dólares. Ése es el poder de las compras disciplinadas, incluso en medio de la gran depresión y con el peor período bajista de mercado de toda la historia.”

Un toque de humor
La última parte del capítulo adquiere un tono humorístico, pues esta estrategia no requiere de conocimientos especiales de mercado y, mucho menos, requiere de saber cuál es la mejor acción entre todas ni contar con el pulso diario de los mercados, etc. “Lo mejor de todo, es que después de haber creado una cartera en piloto automático permanente con fondos de índices en su núcleo, podrá responder a todas las preguntas sobre el mercado con la respuesta más contundente que un inversor defensivo puede ofrecer: «Ni lo sé, ni me importa». Si alguien pregunta si las obligaciones van a conseguir mejores resultados que las acciones, limítese a responder «ni lo sé, ni me importa»; después de todo, está comprando automáticamente las dos. ¿Tendrán mejores resultados las acciones de las empresas de asistencia sanitaria que las acciones de las empresas de alta tecnología? «Ni lo sé, ni me importa». Es usted propietario permanente de ambas. ¿Cuál será el próximo Microsoft? «Ni lo sé, ni me importa», siempre y cuando sea lo suficientemente grande para pertenecer a la cartera, su fondo de índices lo tendrá, y usted aprovechará los frutos. ¿Tendrán mejores resultados las acciones extranjeras que las acciones de Estados Unidos? «Ni lo sé, ni me importa»; si lo tienen, aprovechará el beneficio, si no lo tienen, podrá comprar más a precios más bajos.
Al permitirle decir «ni lo sé, ni me importa», la cartera en piloto automático permanente le libera de la sensación de que tiene que predecir lo que están a punto de hacer los mercados financieros, y de la ilusión de que todo el mundo puede hacerlo. Ser consciente de lo poco que se puede hacer respecto al futuro, en combinación con la aceptación de la ignorancia, será el arma más poderosa que tenga a su alcance el inversor defensivo.”

El potente instrumento combinado
Más allá del viso humorístico conviene señalar que el gigante de los seguros con inversión es Allianz a nivel mundial y sus productos más celebrados siguen una estrategia del todo parecida a las estrategias de Graham. El compromiso periódico de ahorro mediante Optimaxx Plus y Optimaxx Patrimonial genera el mismo efecto del “piloto automático” de inversiones que van entrando en los diferentes escenarios de inversión. La oportunidad y ventaja para mezclar una cartera que siempre incluya opciones de renta fija, llamadas Conservadoras, genera el balance del inversor defensivo que elogió Graham. A esto se le suma también la táctica de la dispersión de cartera mediante la utilizaciones de los más afamados y eficientes indicadores bursátiles como el S&P 500 y el EuroStock. Por último, el respaldo legal que regula las operaciones y les da transparencia para tranquilidad de los Asegurados que incursionan en las inversiones de acuerdo a su propio perfil e intereses.



[1] Este método Graham lo llama del “piloto automático” en su obra cimera El inversor inteligente.
[2] Jason Zweig, Nota sobre Benjamin Graham en los prólogos a El inversor inteligente.
[3] Lo presente es un análisis conceptual y una invitación al público para que estudie la teoría financiera de Graham y conozca los productos de la Aseguradora Allianz.
[4] Benjamin Graham, El inversor inteligente.
[5] La peor crisis bursátil de la historia en Norteamérica en 1929, dejó hundidas las inversiones durante muchos años. Jamás se ha vuelto a repetir una crisis tan profunda y duradera, las autoridades y los inversionistas aprendieron la lección.