miércoles, 1 de febrero de 2023

DEUDOR POR EMOCIÓN IRRACIONAL

 



 

Por Carlos Valdés Martín

 

Por principio la deuda es un acto económico, pues sin recursos resultaría un acto imposible, sin embargo, el contenido psicológico de las deudas individuales es un componente básico. Asimismo, como fenómeno financiero las deudas deberían estar dentro de los flujos positivos que distribuyen recursos y generan riqueza por sus efectos, siendo que constantemente sucede algo muy distinto, cuando las familias y hasta los países se entrampan en problemas con las deudas. La parte psicológica del siguiente escrito está tomada ampliamente del artículo “La angustia de deber dinero a los demás” de Edith Sánchez, el cual describe oportunamente las emociones que subyacen en el deudor compulsivo.[1] Comenzaremos comprendiendo que la deuda es un pacto económico, para luego notar que se vuelve una fuente de dolor emocional y causa de fracaso práctico de millones de personas en el mundo.

 

La vulgarización de la deuda

Entre los pueblos primitivos la deuda formal era un acto extraño y poco frecuente. Bajo la mentalidad originaria de la magia, el préstamo poseía algo de religioso y potencial que desataba extrañas fuerzas.[2] Antes de que existiera el dinero se entregaban alimentos y prendas bajo solemnes promesas de devolver algo en un tiempo más feliz, cuando brotaran las cosechas o regresaran los cazadores. Entre las personas del pasado, la honorabilidad de las deudas era incuestionable, entonces su impago resultaba en hechos sangrientos; por lo mismo, la deuda no se difundía ampliamente.  

Existe un fenómeno más sencillo que está en la ampliación de las deudas, que consiste en la diferencia de tiempos, entre producción y consumo, así como las distintas valoraciones y eficacias entre consumir ahora y en un tiempo futuro. El interés surge de esas diferencias que son reales y no las inventan los prestamistas.

 

Difusión de las deudas

La creación de la economía de mercado volvió las deudas en dinero algo común y el desarrollo de un sistema financiero convirtió la deuda en una oferta al alcance de la mano de cada vez más personas.

En condiciones de poca oferta de dinero creció la usura como sistema de préstamos excesivos. De hecho, los primeros economistas se cuestionaron mucho la legitimidad de ganar un interés por el dinero, ya que el “espíritu del mercado” es intercambiar objetos iguales en valor; mientras que en el préstamo a interés se recibe menos de lo que se paga.

Fue con la deuda pública y con la invención de las “tarjetas de crédito” que los préstamos llegaron a todos los rincones de los países, y el préstamo dejó de ser un acto marginal. Una vez que el endeudarse se volvió un acto cotidiano es que llega a provocar curiosidad sobre sus motivaciones emocionales más profundas.  

La conversión de una palanca de crecimiento en una pesadilla

La transición de la economía mercantil, bastante rústica, hacia un capitalismo próspero sucedió de la mano de la expansión del crédito. Como fenómeno económico de las “altas esferas” de la industria, el crédito es positivo y extremadamente. Toda empresa, desde el punto de vista contable, está endeudada, pues el flujo de dinero implica un “deber”, y la estructura está “apalancada” con pasivos. Repito, por pequeña que sea, toda empresa es una entidad endeudada, lo cual implica que desde el punto de vista económico la deuda no es un mal, sino parte de un proceso.

Sucede lo mismo con el interés, que tampoco es malo ni resulta pensable su desaparición en una economía de mercado. El interés mismo no surge de la avaricia o del parasitismo, sino de un nivel más elemental, por lo que no desaparece con intenciones o coerciones.[3]

La angustia del deudor es real

“Deber dinero es una situación por la que la mayoría de las personas, en mayor o menor medida, han pasado en su vida. En ocasiones, esto puede suponer condiciones de angustia y ansiedad nada positivas. Reflexionamos un poco al respecto a continuación.”

En situaciones fuertes y sistemáticas, el “deber dinero” es una adicción y manifestación de un nivel de psicología profundo, que requiere de una atención fuerte y sistemática, por lo que resulta recomendable la atención de un especialista con estrategias de abordamiento.

“Deber dinero es como una tela de araña que va creciendo y amenaza con atraparnos, si es que ya no estamos atrapados en ella. Se trata de una situación que puede generar altísimas dosis de angustia y más de un conflicto emocional. Nadie se endeuda por gusto, ni con la intención de no pagar. Si pedimos dinero prestado es porque tenemos un plan en el que es posible reponer el dinero prestado.

“Es posible que los cálculos hayan sido incorrectos (…) Ahí es cuando empieza el martirio de deber dinero: los prestamistas se encargan de convertir nuestra vida en una pesadilla, con el aumento de los intereses y el acoso para que paguemos.

“En ese punto no tenemos otra opción sino la de pagar, o pagar. Quizás podamos renegociar el crédito, o tal vez tengamos que vender sofá, pero al final siempre tenemos que pagar. Lo que puede desembocar en continuas situaciones de estrés y ansiedad.”[4]

Anoto que para los economistas, contadores y financieros lo que interesa más es el aspecto numérico de las deudas par distinguir entre las “buenas y malas”, analizar sus tasas de interés, así como las tasas de retorno y otras cifras. Lo que nos revelan las personas compulsivas que analizan los psicólogos y otros profesionales de la mente, es que hay un hondo sentido emocional, donde se desbordan los cálculos numéricos.

La diferencia entre pedir prestado y los deudores por impulso

“Seguramente la mayoría (…) hemos decidido pedir dinero prestado en algún momento de nuestras vidas. Lo necesitamos para invertir en algo y suponemos que podremos devolverlo en las condiciones pactadas. Generalmente lo hacemos.

“Sin embargo, hay algunas personas que hacen de deber dinero su forma de vida. Viven invadidos de angustia por la premura de cumplir y entonces toman una nueva deuda para pagar las anteriores. Nunca pueden salir de ese círculo vicioso.[5] Este tipo de personas pueden considerarse como “deudores compulsivos” y se identifican porque cumplen con algunas características:

  • No tienen clara su situación financiera. No saben lo que es un presupuesto mensual.
  • Piden multitud de pequeños préstamos (una cantidad baja de dinero, un lápiz, etc.) y nunca los devuelven.
  • No tienen la menor idea del concepto de ahorro.

·         Acostumbran a comprar por impulso.

  • Compran a crédito, aun cuando puedan hacerlo en efectivo.
  • Están frecuentemente en “crisis financiera”.
  • Les gusta llegar al límite: agotan sus ingresos en un dos por tres, se sobregiran o llevan el cupo de la tarjeta a sus extremos.
  • Mantienen una esperanza indefinida respecto a que “alguien” o “algo” acudirá a rescatarlos de sus graves problemas financieros.

“El deudor compulsivo no es alguien que necesite educación financiera como tal, sino una persona con rasgos similares a los de un adicto a las drogas. Al final la situación se convierte en una trama de dependencia continua donde la persona es incapaz de visionar una salida.”[6]

 

Distinguir entre deuda y sobreendeudamiento

Para la economía, la deuda es cualquier acto de obtener un préstamo. De hecho, existe una cantidad de actos de préstamo que no vemos en la existencia cotidiana, porque no se registran, que surgen entre la recepción de un bien y su momento de pago. Cuando la energía eléctrica se recibe antes de su pago, se ha generado una deuda, entonces la población de todo el país está endeudada periódicamente. ¿Dónde surge el problema? El problema surge cuando la capacidad de endeudamiento sobrepasa a la capacidad de pago, donde viene el “sobreendeudamiento”.

El deudor compulsivo no únicamente se endeuda, sino que se sobre-endeuda. ¿Cómo se define? Porque la capacidad de pago ha quedado rebasada, incluso se ha rebasado permanentemente. El compulsivo tiende a pedir más de lo que puede pagar; lo cual trae un desequilibrio y la cadena conocida de tantas dificultades y angustias del deudor.

 

El dinero en la mente humana

El dinero es un objeto altamente simbólico. Un billete o una tarjeta de plástico no tienen valor como tal (…) Aprendemos a manejar el dinero a partir de lo que se nos inculca en la familia, implícita y explícitamente.”[7] Repitamos estas afirmaciones de otra manera para hacer énfasis:

El dinero es simbólico.[8] Un billete o una tarjeta de plástico no tienen valor económico fuera de su sustento (regulaciones, finanzas, leyes). Su valor económico se desprende de una red de pactos y convenciones que permiten intercambiar esos billetes y tarjetas por objetos y mercancías. Curiosamente el valor psíquico del dinero se desprende de otra compleja red de pactos y convenciones emocionales. Cuando una persona compra, ya antes aprendió un manejo emocional del dinero a partir de lo que se inculcó en la familia, que está marcado en su inconsciente.

 

“El dinero no solo compra cosas, también otorga poder. Los proveedores del dinero y el porcentaje de su contribución determinan el estatus en la familia y en la sociedad. Ese poder es manejado a veces de forma razonable y otras veces no tanto. Los eternos deudores generalmente llevan dentro de sí un conflicto esencial con el dinero, por el significado que aprendieron a otorgarle.

Las situaciones de excesiva carencia, cuando se hacen más visibles las limitaciones de no tener dinero, pueden dar origen a la fantasía de que “el dinero lo resuelve todo”. De ahí que cuando se adquiere una deuda, algunos piensen que “se resolverá sola”. Opera la lógica de que el dinero tiene cierto poder mágico para evitar cualquier problema futuro.

Están también los que, por motivaciones inconscientes, desean mantenerse en situación de carencia frente al mundo. Quieren permanecer en la pobreza y en la dependencia, por eso no ahorran para solventarse, sino que se endeudan e incrementan sus privaciones. No se dan cuenta de que se han metido en un problema: deber dinero.”[9]

En este punto, la economía en su profundidad protestaría al señalar que las deudas como institución racional, empleada por agentes económicos inteligentes, serían una fuente de riqueza y no de pobreza.

 

Endeudarse de manera permanente es una especie de autovictimización que les permite alimentar la imagen pobre que tienen de sí mismos y de la vida, para ganar la conmiseración de la que se creen merecedores.”[10]

 

“El manejo del dinero tiene mucho más que ver con las emociones y los deseos inconscientes, de lo que la mayoría está dispuesta a admitir. Muchos de los problemas con el dinero surgen no de la forma cómo se obtiene, sino de la clase de cosas en las que se gasta.

Si el manejo del dinero no funciona, si es fuente de angustia, si lleva a deudas interminables es porque no estamos hablando simplemente de finanzas, sino de condiciones psíquicas que es necesario revisar y valorar.”[11]

 

A manera de conclusión

Quien tenga un problema severo con su manera de endeudarse requiere de buscar ayuda en más de un nivel. Desde el punto de vista económico y financiero hay muchos cursos e instrumentos que son de utilidad, pero el nivel emocional también debe ser abordado con especialistas para su solución definitiva.

 

 NOTAS:



[1] La angustia de deber dinero a los demás, Escrito por Edith Sánchez, Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas. Tomado de https://lamenteesmaravillosa.com/la-angustia-deber-dinero-los-demas/

[2] Sir James Frazer, La rama dorada. En la mente primitiva, la deuda es un acto mágico, que ata a dos partes, bajo una amenaza.

[3] Krauze, Martín, La economía explicada a mis hijos, p. 126.

[4] La angustia de deber dinero a los demás, Escrito por Edith Sánchez, en  https://lamenteesmaravillosa.com/la-angustia-deber-dinero-los-demas/

[5] Anotemos que esta dinámica perversa, arrastra a la familia del deudor compulsivo. Véase Eduardo Alberto Grinspon: Trabajo publicado en la revista “Actualidad Psicológica”, año XXIX, nº 318

Abril 2004. Buenos Aires, Argentina. En https://www.uces.edu.ar/articulos-presentados-publicados-por-miembros-del-foro/es/1225/adiccion-endeudarse-economicamente-tipo-solucion-adictiva-impera-necesidad-pagar-perder-eduardo-grinspon.

 

[6] La angustia de deber dinero a los demás, Escrito por Edith Sánchez, en  https://lamenteesmaravillosa.com/la-angustia-deber-dinero-los-demas/

[7] La angustia de deber dinero a los demás, Escrito por Edith Sánchez, en  https://lamenteesmaravillosa.com/la-angustia-deber-dinero-los-demas/

[8] Muchos psicólogos y antropólogos se han interesado sobre esa estructura simbólica que ancla en la mente humana. Por ejemplo, Fromm, El miedo a la libertad, y Brown, Eros y tanatos.

[9] La angustia de deber dinero a los demás, Escrito por Edith Sánchez, en  https://lamenteesmaravillosa.com/la-angustia-deber-dinero-los-demas/

[10] La angustia de deber dinero a los demás, Escrito por Edith Sánchez, en  https://lamenteesmaravillosa.com/la-angustia-deber-dinero-los-demas/

[11] La angustia de deber dinero a los demás, Escrito por Edith Sánchez, en  https://lamenteesmaravillosa.com/la-angustia-deber-dinero-los-demas/