lunes, 27 de mayo de 2019

¿QUÉ PASA DESPUÉS DE ASEGURARTE?




Por Carlos Valdés Martín

Si te has asegurado, entonces ya has recibido tu Póliza. 

Dejamos de lado cómo llegaste a este punto, como sea ahí hay un documento que se compone de algunas partes importantes. La Ley obliga a la Aseguradora a entregar siempre un contrato llamado póliza, donde constan los derechos y obligaciones. 

Para adornar con fantasía esta situación supongamos que volvemos a ser como niños que esperan largamente la Navidad y a la mañana aparece un bello regalo bajo el árbol. No sabemos qué contiene y estamos ansiosos, corremos para abrir su contenido. Con cuidado separamos el moño, con prisa rasgamos el papel de colores y jaloneamos la caja. En unos instantes ha caído en nuestras manos ese juguete tan ansiado… Pero… Pero… Regresemos a la edad adulta…  se termina la metáfora y volvemos a la edad adulta, entonces lo que sale de la imaginaria caja es un contrato: hojas escritas que marcan derechos y obligaciones.  

El contrato llamado póliza resulta tan importante, porque ahí marca la relación entre Asegurado y Aseguradora. En términos coloquiales en el contrato está “Todo de todo”[1] para las relaciones entre quien toma un Seguro y la empresa que lo otorga. 

Desde el punto de vista fundamental, la póliza es una unidad, que se divide en partes.
Las partes son llamadas coloquialmente Carátula, Textos y Recibos. En la Carátula y Textos se identifica de manera particular al Asegurado, con sus datos y a los Bienes y Riesgos que se amparan, así como algunas características clave como Vigencias, Sumas Aseguradas y Deducibles. Las principales características de estos textos las define la Ley[2] y se apoyan en la técnica de Seguros.
Resulta clave revisar que lo entendido por el Asegurado concuerde con los textos recibidos. En particular, resulta indispensable revisar que los datos personales estén correctos, así como de los bienes asegurados. Por ejemplo, para una Aseguradora es imposible adivinar qué vehículo posee un Asegurado, por lo tanto, la descripción de la unidad con su características, Números de Motor, Serie y Placas deben ser revisadas siempre con cuidado al recibir la póliza. 

El momento de revisión de la póliza recibida es tan significativo que la misma Ley ofrece un periodo para que se realice sin cargo alguno al Asegurado, en caso de que descubra inconsistencias. Se debe de revisar que la oferta concuerde con los textos, justamente durante los primeros 30 días de vigencia.[3]
 
La otra parte principal del contrato de seguros se denomina Condiciones Generales. Las cuales se entregan en un librito donde se describen las definiciones y características del seguro contratado.[4]
Volvemos a la infancia, a la escena navideña y dentro de la caja de juguetes encontramos unos patines. Jamás habíamos usado unos y nuestro hermano mayor dice que son sencillos para usarlos, que vayamos de inmediato a probarlos. El papá dice que debemos esperarnos para aprender los primeros pasos bajo su supervisión. Regresemos a la edad adulta…  

Tenemos un contrato completo de seguros, con sus Carátulas, Textos, Recibos y Condiciones Generales. Supongamos que es el Seguro de tu Hogar y ya lo revisaste. Quieres utilizarlo pronto, pero te das cuenta que mientras no suceda un evento adverso amparado no vas a hacer uso. Estás un poco frustrado y recuerdas al niño que abría los juguetes de inmediato para utilizarlos. 

Hay un dicho que reza así: “El mejor seguro es el que no se utiliza, porque quiere decir que nada malo ha sucedido.” Que en este caso no lo vamos aplicar, sino que este ejercicio busca cómo se va a utilizar este Seguro recién adquirido. 

Jugaremos a que se realiza una “prueba de esfuerzo” con el Seguro. 

La póliza de Seguro ampara rotura accidental de cristales. 

Manos a la obra: a limpiar los ventanales más altos y escondidos de la casa. Entonces llamas a un trabajador que trae su propio “columpio” para alcanzar los ventanales. La misión termina con un cristal roto. La póliza de seguro metafóricamente despierta y le llamas a la Central de Ajustes para recibir instrucciones sobre cómo proceder para obtener una indemnización… 

Dejamos para otro comentario cómo sucede un proceso de Ajuste y de Indemnización, para repasar lo sucedido. Hasta aquí vimos un par de aspectos que “perfeccionan” la contratación de seguros: El Asegurado recibe su póliza y Revisa que concuerde con la oferta. 

Volviendo a la metáfora de la infancia: revisar que la póliza concuerde con la oferta es como el niño abriendo la caja de juguetes. En esta narración, ahí están los patines nuevos.

 NOTAS:


[1] A su vez, el contrato de seguros está fundamentado en las leyes y respaldado por operaciones financieras y técnicas que permiten otorgar el servicio prometido al Asegurado. En México, el fundamento legal se sustenta directamente en dos leyes: LEY SOBRE EL CONTRATO DE SEGURO y LEY DE INSTITUCIONES DE SEGUROS Y DE FIANZAS, habiendo otras disposiciones importantes y reglas complementarias como las Circulares de la autoridad regulatoria, la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas.
[2] Lo define en especial el Artículo 20 de la Ley sobre el Contrato de Seguro.
[3] Ley sobre el Contrato de Seguro. Artículo 25.- Si el contenido de la póliza o sus modificaciones no concordaren con la oferta, el asegurado podrá pedir la rectificación correspondiente dentro de los treinta días que sigan al día en que reciba la póliza. Transcurrido este plazo se considerarán aceptadas las estipulaciones de la póliza o de sus modificaciones.
[4] A estas condiciones se les indica como “generales” pues miles de asegurados siempre recibirán el mismo texto. Con la modernización informática, algunas aseguradoras entregan esa parte en medios electrónicos, ahorrando mucho papel.  

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